Retratar la ausencia de alguien implica recoger sus huellas, tanto las que quedaron en materia como las que viven en el sentir de quienes aún la recuerdan. Así lo hicimos junto con Gabriela Toro Aguilar, colega periodista, cuando asumimos el reto de hacer un perfil sobre Vanessa Landínez Ortega, mujer ecuatoriana que en el 2013, a sus 37 años de edad, fue encontrada muerta en un hotel de su ciudad natal Ambato.
El caso de Vanessa ha sido emblemático, sobre todo por el trabajo de sus seres queridos quienes siguen luchando para que este crimen sea reconocido ante el Estado como feminicidio. Su familia, amigas y amigos fueron quienes colocaron el caso en voz de la opinión pública y han pugnado para que se hable, tanto en medios como ante la ley, sobre estos asesinatos motivados por violencia machista y se deje de caracterizarlos como “crímenes pasionales”, creando así conciencia sobre el patriarcado como estructura social y sobre el riesgo a la vida que implica el ser mujer (o ser femenino) en esta sociedad.
La Plataforma Justicia para Vanessa, creada a poco tiempo de su muerte, ha acompañado en estos años a varios casos de feminicidio, reclamando ante la sociedad y al Estado justicia por estos crímenes. Esto dio pie para que en 2016 se diera la primera marcha nacional contra el feminicidio Vivas Nos Queremos Ecuador.
Las fotos no hablan de esta lucha particular, sino de la mujer cuya pérdida convocó a este movimiento feminista nacional. Son sobre lo que dejó aquella madre soltera, una mujer como cientos de miles que han sido y siguen siendo asesinadas por la violencia machista. Este trabajo fue publicado por la revista digital feminista La Periódica.